11/2/19

La aritmética de la compasión en los Premios Goya 2019

La mayoría de los medios de comunicación de este país han destacado el discurso de agradecimiento del actor discapacitado Jesús Vidal (por cierto, el único actor entre los discapacitados de la película) al recibir su premio como mejor actor revelación en la gala de los Premios Goya celebrada en Sevilla el día 2 de febrero de 2019, por su participación en la comedia titulada “Campeones” (que se llevó a su vez el premio a la mejor película) del director Javier Fesser. Por encima de cualquier otro discurso o intervención, e incluso eclipsando a la película con más premios Goya de la noche, que fue el thriller político “El reino”, que se alzó con siete de los trece premios a los que aspiraba, mientras que “Campeones” se llevó tan sólo tres de los once a los que optaba.

Pero claro, “El reino” trata de la corrupción, y ya se sabe que en este país de cínicos se sigue y se seguirá votando a partidos y a gente corrupta. Es así. Ya lo dijo el historiador británico Paul Preston, quien a la pregunta que le hicieron en su día de ¿por qué votan y siguen votando millones de españoles a Mariano Rajoy, y a partidos políticos?, contestó: “Es porque están tan acostumbrados”, porque “el español, por su historia, es una persona cínica. Y eso no es una crítica. A mí me parece un acto de inteligencia, porque después de siglos de mal gobierno, de injusticia social, de políticos totalmente corruptos o incompetentes o ambas cosas, no me extraña que sean cínicos. Si todos o muchos son corruptos, bueno, pues da lo mismo, les votamos igual. No sé, igual no estás de acuerdo…” (1)

Así que la película “El reino” sobre la corrupción es tan intolerablemente cotidiana que no merece ninguna atención, o al menos tan solo la oportuna para la ocasión. Todos elogiaron, por el contrario, la película “Campeones”, y sobre todo el discurso de Jesús Vidal.

“Antológico y emocional”, fueron las palabras más repetidas para definirlo.

“La revelación más gozosa, conmovedora y memorable de esta fiesta  de pompa y circunstancias”, para el crítico cinematográfico Carlos Boyero en el diario El País. (2)

Y hubo quien, como el periodista Luis Martínez en el diario El Mundo, expone –citando al filósofo francés Gilles Deleuze– que “ya está bien de definir lo otro, lo distinto, como la negación de lo igual, Ya está bien de considerar que el sujeto y su representación deban de ser el punto de partida de cualquier patrón de pensamiento ontológico. Ya está bien de la identidad”. Y que lo que Deleuze venía a decir “es que en este nuevo tiempo digital que nos asiste todo es diferencia, simulacro y, por tanto, la identidad no es más que un espejismo. (…) En definitiva,… es nuestra discapacidad para nombrar al que llamamos discapacitado lo que nos delata”. (3)

“Una comedia que se resiste con todas sus fuerzas a la compasión; a la emoción entendida como una renuncia; al sentimentalismo como coartada”, considerando incluso que “de todas las cintas candidatas al Goya más importante, la de Fesser es la que con más evidencia llama a asuntos tales como la reconciliación, la aceptación de lo diferente o simplemente al desorden de lo disímil.  (….) ¿Y si la radicalidad distinta del diferente, del discapacitado, fuera la única forma posible de acercarse a la íntima estupidez de lo que somos, de lo que amamos?”. (4)


Lo dicho, el discurso de Jesús Vidal, elogiado como ejemplo de elocuencia y sensibilidad, fue lo más destacado en todos los medios, haciéndose viral incluso por las redes digitales.

Sin proponérselo, dicho discurso estuvo a la altura de tantos otros a los que nos tiene acostumbrada la industria del lagrimeo mediático, dado que el sentimentalismo lo domina todo, nublando la realidad.

Porque, pese a que el discurso de Jesús Vidal fue auténtico y brillante, la posterior utilización del mismo  es lo que choca, y aún más, es lo que ofende, cuando la misma película tiene muy bien marcada la línea que separa la comedia de la ofensa. Porque Jesús Vidal, pese a ser discapacitado (visual, con miopía magna: sólo ve el 10% por su ojo derecho), es licenciado en Filología Hispánica y tiene un máster de periodismo en la agencia Efe. No hay razón, por tanto, de darle más importancia a dicho discurso del que tiene, y a él reconocerle su talento. Porque, por una parte, las personas con discapacidad pueden trabajar y dejar de ser considerados “especiales”. Y, por otra parte, todos tenemos discapacidades, diagnosticadas o no, como muy bien ha dicho el mismo Javier Fesser.

Por tanto, en su discurso Jesús Vidal nos la ha colado. Él mismo nos lo confiesa: “Se lo han comido con patatas. Fíjate que yo creo que el éxito del discurso de los Goya fue por el efecto sorpresa. La gente pensaba que tengo discapacidad intelectual. Veían a alguien que anda y habla lento, que va despacio, que aparenta ser más torpe de lo que es porque va con cuidado, y decía: este chico va a decir gracias y punto. Luego escucharon y se impresionaron de lo bien que habla, de lo bien que se expresa, de los registros léxicos. Los míos no se sorprendieron nada. Me conocen”. O sea, que su discurso fue de una persona que es filólogo y actor. Y ya se sabe: los actores tienen "síndrome del impostor". Por tanto, los tontos han sido los que han creído otra cosa. (5)

Todo lo demás es un añadido sentimental realmente tóxico, que se vuelve contra la película y contra el mensaje que transmite. Sobran los ternurismos y las emotividades ñoñas.

No cabe ninguna duda de que hay que ser justo con personas con necesidades especiales, y garantizar la igualdad de oportunidades para ellas, para lo cual hay que compensarlas. Una compensación que asume diferentes formas. Porque la discapacidad es algo involuntario y más allá del control humano. La discapacidad es una prueba más que un castigo o una venganza, por lo que sobran las humillaciones, los insultos y los comentarios despectivos.

Pero también observamos en el discurso de Jesús Vidal más cosas. Porque erigiéndose como portavoz de todas las personas con discapacidad, en dicho discurso hizo un llamamiento –a modo de lema– a la “inclusión, diversidad y visibilidad”, alentando una mayor concienciación sobre estas personas, no ya sólo para su integración laboral en el mundo de las artes escénicas, en particular, sino también en el mercado ordinario de trabajo, en general.

Cabe recordar, a este respecto, que todos las personas con discapacidad que aparecen en la película “Campeones” fueron seleccionadas en un cásting gracias a la federación Plena Inclusión, un movimiento asociativo en el que se agrupan numerosas asociaciones a nivel nacional y autonómico que luchan porque estas personas puedan trabajar y dejar de ser consideradas “especiales”. Destacando entre todas esas asociaciones, el Grupo AMÁS, que se encarga de la línea de formación en artes escénicas y en su integración laboral, cuya directora además se convirtió en coach de la película.

Por otra parte, viene de lejos que dicha integración ya se hace a través de los Centros Especiales de Empleo (CEE), que son empresas cuyo objetivo principal es el de proporcionar a los trabajadores con discapacidad la realización de un trabajo productivo y remunerado. Y que van en incremento, dado que hay muchas bonificaciones y subvenciones para los empresarios que empleen a trabajadoras y trabajadores con discapacidad, que hace que sea un chollo económico la utilización descarada de este tipo de personas.

Aún más, en España hay una cuota obligatoria de discapacitados en las empresas, ya sean públicas o privadas y con más de 50 trabajadores, porque están obligadas por ley a disponer de 2% del total de sus trabajadores. La primera norma jurídica fue en 1982, y la ley se llamaba “Ley de Integración Social de los Minusválidos”; en 2013 se sustituyó por otra, llamada “Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad”, siendo la norma actualmente vigente. Quién sabe si dentro de poco –a raíz de las palabras pronunciadas tanto por Javier Fesser, director de la película “Campeones”, como de las del galardonado Jesús Vidal, en la gala de los Goya– no cambian dicha ley, y pasa a llamarse “Ley de Inclusión, Diversidad y Visibilidad de los Campeones”. Quién sabe, a lo mejor a partir de entonces estas personas puedan cobrar igual que cualquier otro trabajador, y nadie se pueda aprovechar de ellos para tener abundantes beneficios. ¡Quién sabe!

Las palabras de Fesser fueron las siguientes: “Cuando empezamos a sumergirnos en este proyecto, se hablaba de discapacitados intelectuales, después de personas con discapacidad. Hoy, tengo la enorme felicidad de constatar, se ha acuñado un nuevo término mucho más preciso: campeones”.

Y es que, hoy por hoy, todos parecen querer mostrar una mayor concienciación sobre estas personas, cuando lo que hay tras su contratación no es más que una apuesta rentable, por las bonificaciones a la cuota de la Seguridad Social, los beneficios fiscales y las subvenciones.

El colmo del descaro es que incluso aparezcan las empresas y compañías que los contratan –además de simular tener una cara más humana en “responsabilidad social empresarial” (ese eufemismo con el que hacen ver que se afanan por el bien de la gente, cuando no se trata más que de una pesca de rentas)– como “entidades benéficas”, cuando lo que hay en realidad no son más que oportunidades de poder ampliar las cuotas de ganancia, con un margen de beneficios mayor, porque el dinero que se invierte en estos trabajadores con discapacidad es mucho menos que el que se invierte en una empresa ordinaria. En definitiva, esto no es más que capitalismo puro y duro, porque se trata de cómo obtener el mayor beneficio posible al menor coste, apropiándose de las plusvalías de los trabajadores con discapacidad.

De ahí que todas estas entidades, los Centros Especiales de Empleo (CEE), estén ahora molestos por la subida del salario mínimo a 900 euros al mes (en vigor desde enero de 2019), porque ello les asfixia sus cuentas, si por parte del gobierno no incrementa su parte de financiación (esto es, no incrementan las subvenciones, que ellos reclaman sea el 75% de la masa salarial). ¿Y qué hacen estos centros? Pues algunos con total desvergüenza, tras pagar dicho nuevo salario mínimo a sus plantillas de discapacitados intelectuales y físicos, le “restan el plus de antigüedad en dicha subida, y otros plantean aumentar la jornada laboral”. (6)

En este contexto, el de cómo conseguir subvenciones a costa de los discapacitados, cabe reseñar el escándalo deportivo de la selección española de baloncesto en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000: de los doce jugadores, diez se hicieron pasar por discapacitados para ganar el oro paralímpico de baloncesto. Una estafa en la que participaron tras ser convencidos de que “iba a servir para obtener más subvenciones que serían revertidas en mejoras para los discapacitados”, ocurriendo todo lo contrario. Un fraude que destapó muchos más casos: “en todos los deportes y países se destaparon graves incoherencias en la verificación de la discapacidad intelectual”. Entre las consecuencias destaca que “el baloncesto sigue excluido de los Juegos Paralímpicos”. (7)

Como dato curioso, uno de los dos únicos discapacitados intelectuales de aquel fraudulento equipo de baloncesto de aquellos Juegos Paralímpicos de Sidney 2000 tiene una pequeña aparición (cameo) en la película “Campeones”, inspirando su figura el personaje de Román. (8)

Y ya que hablamos de capitalismo, la última noticia que tenemos tras la gala de los Goya, es que Hollywood ha comprado los derechos de la película “Campeones”. El director de la misma, Jesús Fesser, vendió dichos derechos sin importarle si Hollywood va a mantener la historia intacta, porque “yo en principio me negué pero luego ofreció 3.000 dólares más y entonces ya vi que era negociable”, dijo entre risas. (9) ¡Sin comentarios!

Al fin y al cabo, la industria capitalista del cine de Hollywood ya tiene una larga historia en esto de hacer películas con discapacitados, desde que se rodara en 1932 la titulada “Freaks” (dirigida por Tod Browning), interpretada por numerosos “fenómenos humanos” (siamesas, gente sin brazos, personas sin piernas, mujer barbuda, enanos, macrocefálicos, etc.), que fue muy criticada por muchos al creerse que se les explotaban, cuando en verdad la película empatizaba con ellos, mostrando su lucha.

¿Y qué decir de “Forrest Gump” (1994)? Una de las películas más taquilleras de la historia, que fue –en palabras de Phillip Lopate– “un fenómeno clarísimo: una tragedia feliz para la generación Prozac”. Porque como “película cómica de idiotas apunta claramente a la necesidad de los espectadores de sentirse superiores a otros que parecen más estúpidos que ellos. Su base demográfica está formada por adolescentes, sobre todo varones, que se burlan de todo con superioridad; quizá su magnetismo emocional sea el autodesprecio, tanto como la superioridad. No es un género que yo aborrezca: me parece que continúa una vena legítima de la comedia norteamericana basada en la torpeza, el infantilismo y la irreverencia para con la autoridad”. (10)

Recordar que la película “Campeones” optó a los premios Óscar a la mejor película de habla no inglesa (cuya gala se celebra el 24 de febrero de 2019), pero Hollywood la descartó a mediados de diciembre de 2018. Digamos que prefiere rehacerla a su manera, una vez ha comprado sus derechos, para elevar –como ya hizo con “Forrest Gump”– a unos “optimistas mentalmente discapacitados” a la categoría de “tontos sagrados”, parafraseando a Phillip Lopate. (11)

Pues bien, una vez desenmascarada la absoluta hipocresía, la imagen falsa de filantropía, en suma, la gran estafa que existe tras el enfoque de negocios que incorpora respeto por las personas con discapacidad en el mundo laboral, vayamos de nuevo a la gala de los Premios Goya de este año, donde tuvo lugar la declaración política más digna y valiente que se ha dado en este tipo de ceremonias en muchos años, y que por lo insólita que fue pasó totalmente desapercibida para el común de esta sociedad estúpida adormecida por el sentimentalismo.

Nos referimos a la declaración de Julio Pérez del Campo, director del cortometraje “Gaza. Una mirada a los ojos de la barbarie”, premiado por la Academia de Cine con el Goya en la categoría de mejor cortometraje documental. Al recoger el galardón junto a Carles Bover Martínez (quien por su parte denunció los intentos de censura que han sufrido para distribuir y divulgar dicho trabajo), además de reivindicar la lucha del pueblo palestino y de pedir que el Festival de Eurovisión no se celebre en Israel en mayo de este año,  Julio Pérez del Campo (quien, además de cineasta y fundador de la productora El Retorno Producciones, es secretario de comunicación de Podemos en Castilla la Mancha, y jefe de gabinete del vicepresidente segundo, José García Molina, también de Podemos) fue más lejos al hablar de “terrorismo sionista”, e instar a que no debemos legitimar a países como Israel “que vulneran sistemáticamente los derechos humanos”, porque “no debemos ser cómplices del apartheid israelí”.

Un alegato valiente que tuvo ciertos aplausos de una parte de los presentes en la gala, mientras la otra parte se manifestó entre el susto y la perplejidad. No era para menos: se estaba denunciando en público (¡¡y qué publico: una audiencia de varios millones de telespectadores !!) al estado de Israel.


Como era de esperar, enseguida los judíos sionistas tacharon dicha intervención como “discurso de odio subvencionado que no contribuye a la paz entre palestinos e israelíes” (según subrayó cínicamente la Federación de Comunidades Judías de España). Reprochando a su vez que se trata de una postura completamente partidista, dado que no menciona por ejemplo la responsabilidad que tiene también Hamás (considerada por ellos una “organización terrorista”) en la Franja de Gaza, o el conflicto interno de liderazgo palestino, entre Ramala (en referencia a la ciudad donde tiene su sede la Autoridad Palestina) y Hamás. Y la verdad es que de haber mencionado estos últimos temas –que dan para mucho más que un cortometraje–, lo mismo el estado israelí tampoco hubiera salido bien parado.

Pero nada, los judíos sionistas a lo suyo, en su defensa de Israel –en palabras de Yoav Katz, portavoz de la embajada israelí en España– como “un país democrático y abierto que respeta los derechos humanos universales”, porque allí hay “respeto por las libertades y minorías”, en referencia sólo a las mujeres y los homosexuales, en contraposición con la situación en la que viven estos colectivos en Gaza. Y para ello elogia el envío que hizo Israel en 1998 de la cantante transexual Dana International al Festival de Eurovisión, que finalmente ganó con el tema Diva. (12)

¡No se puede ser más cínico! Con tal de distraer la atención para que no se admita y  reconozca la Franja de Gaza como lo que es: el mayor campo de concentración del mundo desde hace tres décadas, donde viven confinados y separados alrededor de dos millones de personas (en su mayoría descendientes de refugiados palestinos expulsados de sus hogares), y que ha sido creado y es dirigido por el estado de Israel, donde impiden que ingresen en multitud de ocasiones alimentos y otros productos esenciales, y, cómo no, donde cometen crímenes de guerra cada cierto tiempo violando sistemáticamente el derecho internacional, como los que ocurrieron en 2014, y cuyas secuelas se muestran en este documental que tratan de silenciar.

Un documental en el que se muestra, por ejemplo, el desgarro de una madre que ha perdido a su hija paralítica y discapacitada intelectual en sillas de ruedas, acribillada a balazos por el ejército israelí en dicha última incursión militar del estado sionista en la franja de Gaza el verano del año 2014, en la que bombardeó y masacró a gran parte de su población de una manera atroz.

Una joven paralítica y discapacitada intelectual que no ha sido ni va a ser reconocida como Campeona, porque esta sociedad estúpida se rige por una aritmética de la compasión que no es más que una falacia.

Jamás tuvo esta joven palestina discapacitada derecho a la “inclusión” (esto es, nunca tuvo las herramientas para mejorar su mundo), jamás se respetó su “diversidad” (esto es, nunca se respetó su condición), y nunca tuvo ni obtuvo “visibilidad” (esto es, nunca tuvo libertad –como todos los palestinos de Gaza– de poder salir a la calle, relacionarse y luchar, porque están condenados a una vida de desempleo, tristeza, pobreza, enfermedad, depresión y dependencia). La conocemos tan sólo a través de una pequeña foto que su madre –llena de dolor y rabia– muestra en su móvil a cámara.

La gente prefiere –parafraseando el poema “Don Cogito lee el periódico” del poeta polaco Zbigniew Herbert (13)– seguir los crímenes sensacionales que los medios repiten a diario, descritos con precisión y con todo lujo de detalles morbosos, “para bucear con deleite en la macabra cotidianidad”.  Herbert cita en su poema el caso de “un trabajador rural con cerca de treinta años con una depresión profunda que asesinó a su mujer y a sus dos hijos pequeños”. Pero podía ser –leyendo el diario de hoy–, el ejemplo de un camarero que ha descuartizado a su novia y la ha mantenido en un congelador durante un año. El ejemplo de hace unos días: un hombre acusado de matar a golpes a su tía, con quien mantenía una relación. O el ejemplo de hace unas semanas: un niño rescatado muerto tras trece días en un pozo ilegal, por el que ha sido llamado a declarar como investigado (o, lo que es lo mismo, como "imputado", como se denominaba antes) un familiar del niño –dueño de la finca donde estaba el pozo–, y como testigo el pocero que lo hizo. Y así todos los días. La gente se pega a la televisión, a la radio y a los periódicos, para seguir este tipo de casos que –pese a ser tragedias terribles, atroces, causantes de dolor– derivan miserablemente en espectáculo de la emocionalidad y la sentimentalidad. 

Nada nuevo. Ya lo dijo Séneca con una frase que describe muy bien toda época decadente: “el sol sólo tiene espectadores cuando se eclipsa”.

Por el contrario, los miles de palestinos de Gaza, aislados, privados de historia, raíces y pertenencia, y de vez en cuando víctimas de los bombardeos e incursiones militares de Israel, “no estimulan la imaginación, son demasiados, el número cero al final los transforma en una abstracción”.

Además no salen en los medios. Por tanto, ¿a quién le va a doler cuando los torturan, o sangrar cuando los asesinan después?

De ahí que Herbert inste al final de su poema a meditar sobre este tema: “la aritmética de la compasión”.

¿Por qué una muerte es una tragedia, miles de muertos una estadística?

He ahí la cuestión.



Antonio José Trigo









NOTAS:


(1).- Irene G. Pérez, entrevista al hispanista Paul Preston, “¿Por qué votan a los corruptos? Están tan acostumbrados….”, Contexto y Acción, 28 de febrero de 2018, http://ctxt.es/es/20180228/Politica/18124/entrevista-paul-preston-corrupcion-censura-Cataluyna.htm

(2).- Carlos Boyero, “El desconocido era la estrella”, El País, 4-2-2019,

(3).- Luis Martínez, “Campeones contra la normalidad”, El Mundo, 4-2–2019, https://www.elmundo.es/cultura/cine/2019/02/04/5c573f6dfc6c838f738b45c9.html

(4).- Ibíd.

(5).- Luz Sánchez-Mellado, “Jesús Vidal: ˝Mi 10% de visión esa mi tesoro˝”, El País, 10-2-2019, https://elpais.com/cultura/2019/02/08/actualidad/1549642720_559906.html

(6).- Pau Rodríguez, “Centros Especiales de Trabajo suben el salario mínimo a cambio de rebajar otras retribuciones”, El Diario, 8-2-2019, https://www.eldiario.es/catalunya/Centros-Especiales-Trabajo-condiciones-laborales_0_865114507.html

(7).- José Antonio Luna, “12 jugadores de basket, solo dos paralímpicos reales: el fraude de Sídney 2000 que inspiró a ˝Campeones˝”, El Diario, 7-2-2019, https://www.eldiario.es/cultura/cine/Juegos-Paralimpicos-Sidney_0_865464456.html

(8).- Ibíd.

(9).- Hollywood compra los derechos de 'Campeones' sin asegurar que el 'remake' respete su giro final”, El Diario, 5-2-2019, https://www.eldiario.es/cultura/cine/Javier-Fesser-Campeones-EEUU-condiciones_0_864763637.html

(10).- Phillip Lopate, “El último tabú: la estupidización de las películas americanas”, Revista Santiago, Chile,  30-9-2016, http://revistasantiago.cl/el-ultimo-tabu-la-estupidizacion-de-las-peliculas-americanas/

(11).- Ibíd.


(12).- Elena Berberana, “Enfado y tristeza en la comunidad judía por el mensaje antisemita en los Goya: ˝Es un discurso del odio˝”, Libertad Digital, 8-2-2019, https://www.libertaddigital.com/internacional/oriente-medio/2019-02-08/enfado-y-tristeza-en-la-comunidad-judia-por-el-mensaje-antisemita-en-los-goya-es-un-discurso-del-odio-1276632794/

(13).- Zbigniew Herbert, "Don Cogito lee el periódico", citado en el libro de Martín López-Vega, "Mapamundi (Poemas del siglo XX)", Ediciones de La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014, pp. 123-124.